Valsequillo DIGITAL / FESTEJOS -
Además, a mitad del día los vecinos celebraban con un sabor agridulce pero con mucho entusiasmo, el regreso para la XXVII edición de la "Suelta del Perro Maldito" pero sin fuegos, estrictamente por motivos de seguridad tras el fatal accidente hace dos años que preferimos no incidir en lo mismo ya que es un hecho que nadie olvidará, pero este año, se ha dado un giro a esta típica fiesta.
Como recordamos anteriores ediciones, a medianoche se apagaban las luces en todo el pueblo valsequillero para dar paso a las llamas y poder dar mayor expectación para la ocasión.
Muchos ciudadanos de Valsequillo abogaban porque regresará el fuego a esta popular fiesta, poniendo de manifiesto la existencia de otros lugares del país, como las fallas de Valencia, que entrañan el mismo peligro y han ocurrido desgracias, pero no por ello han dejado de celebrarse, o los Sanfermines en Pamplona.
Algunos jóvenes participantes de la alegoría, afirman que sin fuego la representación de la "Suelta del Perro Maldito" no resulta tan emocionante, aunque la respuesta de este año ha sido buena por parte de los vecinos ya que la tradición se remonta hasta sus comienzos hace 27 años, donde no se escenificaba con fuego como recuerdan los mayores.
Opiniones para todos los gustos, algunos mayores manifestaron su total acuerdo con la medida que ha adoptado este año, el Ayuntamiento de Valsequillo.
Hay quienes apuntan que para mantener la tradición con fuego, debería realizarse en lugar más amplio con más medidas de seguridad, pero un tanto difícil si se sigue manteniendo la Plaza del pueblo como lugar para los actos.
Esta ediciíon 2013 ha abierto diversos debates en las que ha entrado hasta el párroco de la Iglesia de Santo Doming, Dº José Dominguez que ofició la eucaristía refiriéndose al Perro Maldito y al Diablo en su homilía, estos son los símbolos de la fiesta nocturna.
Apuntaba que "todos tenemos el Perro Maldito dentro, donde el mal no hace daño a nadie si no nos dejamos llevar por él". Un mensaje que se extendía durante más de cuarenta minutos de forma que entorno a la una y media de la tarde, San Miguel recorría las calles del municipio. Al término, la muestra de ganado caprino, vacuno, ovino, equino y hasta burros desfilaban ante el patrón, donde los dueños recibían una emotiva placa como galardón.
Más gente, menos gente, lo importante es que un gran trabajo así como una perfecta organización, hizo que esta edición despertara el entusiasmo a más de 3.000 ciudadanos de toda la isla de Gran Canaria, concentrándose en masa para vivir estas fiestas populares.
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